martes, 8 de diciembre de 2009

posada

Ayer tuvimos la posada con los niños de una conocida insitución que trabaja con niños de la calle.

Yo tengo la fortuna de colaborar con una escuela coordinando un servicio social que se desarrolla precisamente en esa organización que depende directamente de los salesianos y de los donativos de la gente. La verdad hacen una labor profesional que intenta resolver algo que al gobierno no le interesa lo más mínimo solucionar.

La posada se desarrolló en términos generales bastante bien, salvo detalles que pudimos haber previsto como el llevar cuerda y palo para pegarle a la piñata, así como algunas actividades mejor planeadas.

Conseguimos muchos regalos caros y los llevamos con la mejor intención. El resultado fue agridulce ya que no todos los regalos pudieron ser parejos y hubo algunos escuincles que no quedaron conformes.

No cabe duda que cuando entra el factor material, se despiertan a veces pasiones complejas como la envidia y el consumismo.

En la recuperación con mis alumnitos aprendimos muchas cosas valiosas, como el que lo que realmente queríamos era compartir tiempo y cariño y no tanto cosas materiales. Hablamos también de cómo marcar límites a los escuincles de la institución para que no se pasen de listos y les den de zapes entre otras cosas.
A media posada se me acerca un chaval de unos 14 años y tuvimos el diálogo que cito a continuación, el cual quedará grabado en mi memoria para siempre :

Ayer fui a la iglesia y me confesé…. Me soltó de la nada, y aún después de confesarme todavía me sentí sucio. Welcome to the jungle my friend.
Puta madre, pensé yo, congelado, que le digo, que le digo……… ¿ Ah si? Que buena onda oye, dije en tono neutral sin saber bien a bien que esperaba de un perfecto hereje como yo. No pude evitar recordar el diálogo con K mi hija mayor cuando tenia 6 años en la cual yo le explicaba que no , en verdad no había ningún dios allá afuera, que no se engañara con esos cuentos. Y ella lo comprendía perfectamente y me decía que con sus abuelas iba a pretender que sí existía para que no se sintieran mal.

¿ Pero según esto dios perdona no? Es lo que dice la iglesia le espeté un poco recuperado ya del baldazo de agua helada. Si es lo que dicen, su cara brilló un poco, dios es como un padre que nos cuida. Ahí si su carita brilló por completo y yo lo comprendí cabalmente, ah pues entonces ahí está cerré de la manera más estúpida, ya que entonces me dí cuenta que él quería hablar de sus pecados que quizá lo atormentaban de una manera muy católica, un terreno al que no estaba dispuesto a aventurarme así como así.

Rompimos piñatas, comimos tamales, tomamos horchata y tuvimos algunas diferencias con un par de mamás de los niños. Pero fue divertido a fin de cuentas.

Al final muchos se despidieron dándonos las gracias

Creo que el objetivo planteado se cumplió cabalmente y pude aprovechar el evento como pretexto para que mis alumnos reflexionaran sobre temas profundos y trascendentes.