martes, 1 de septiembre de 2009

Metafísica de la torta ahogada

El otro día fui a las tortas “ El Moreno” y tuve una experiencia extática.

Me explico a continuación y, asumo el riesgo de sonar como un culturoso de los que he criticado aquí, por usar esta palabreja que describe con precisión quirúrgica lo que sentí el domingo pasado por la mañana.

éxtasis.
(Del lat. tardío ex[s]tăsis, y este del gr. ἔκστασις).
1. m. Estado del alma enteramente embargada por un sentimiento de admiración, alegría, etc.
2. m. Rel. Estado del alma caracterizado por cierta unión mística con Dios mediante la contemplación y el amor, y por la suspensión del ejercicio de los sentidos.

Del punto número uno de la definición de éxtasis retomo la parte del sentimiento de admiración y alegría genuinas ante el gozo proporcionado por las confecciones del moreno. Si tengo alma y estaba embargada enteramente por alguna emoción francamente lo desconozco.

En cuanto al punto número dos, quitando otra vez la parte del alma y también la del dios, si puedo decir que por momentos mis sentidos quedaron suspendidos, y me quedé contemplando en un estado de satisfacción casi violento, que de sólo recordarlo me dan ganas de dejarlo todo para ir a Santa Tere de nuevo por una torta ahogada del Moreno.

Era un domingo un tanto aburrido como muchos otros. Cumplidos un par de rituales matutinos propios del fin de semana decidí llevarme a Iyi, a manera de excursión, a desayunar a un puesto y de ahí al parque. El aceptó gustoso y se subió a mi unidad con gesto cómplice. Tiene menos de 3 años y está en la etapa en que trata de imitarme en todo, cosa que me tiene contento y orgulloso.

Mi mujer confeccionaba un omelette con verduras que lucía exquisito y por demás saludable, al cual hube de renunciar en pos del aroma de la comida callejera que ya se había instalado en la parte reptiliana de mi cerebro primitivo. ¿ No vas a desayunar ? me dijo con voz meliflua. No, gracias, tengo pensado ir por una torta. Silencio prolongado. Fuga.

El moreno está ubicado en la esquina de la calle Garibaldi, muy cerca de Américas. La otra calle nunca logro recordar su nombre, y es un pinche puesto rascuache que cuando lo ves no das 3 pesos por él.



La cosa es no dejarse engañar por las apariencias, estacionarse y sentarse en uno de los bancos altos, parcialmente cubiertos por unas lonas macuarras para que no se achicharre la espalda.

Esta vez me toco en el último banco, frente a la vitrina que contiene carne de cerdo de todos tipos en grandes trozos. Eso no estuvo chido. Para los aventureros debo decir que tienen de buche, lengua y esas cosas que no he probado ni espero probar jamás.

En voz baja para no ser enjuiciado por la concurrencia, pregunté si tenían carne de pollo y ante la negativa me decidí sin dudarlo por una de carnitas. Ahora si viene lo bueno, pensé. Esta vez no miraría los gordos ni la carne imperfecta de marrano que pudiera tocarme.

Pedí una torta llamada especial, la cual lleva como acompañante totopos con frijoles y encima de todo una por de más generosa ración de carnitas. ¿ La quieres bañada ? cosa rara respondí que sí. Acierto o error, difícil saberlo, pero de lo que si estoy seguro es que repetiría la experiencia sin dudarlo. Mi gastritis llegó a un punto álgido antes del mediodía. Peor para ella.

Ya con la torta en mi poder, convenientemente rociada con jugo de varios limones y bastante sal acometí la empresa de engullirla a toda velocidad, disfrutando el equilibrio perfecto entre lo dulce de la salsa de jitomate, el picor tremendo de la otra salsa, la cebolla cruda y lo amargo del limón. Lo del éxtasis vino cuando iba llegando al final de la torta. Como llevaba mi inseparable taza portátil de café no pedí refresco, error garrafal, y ahí fue cuando sentí que el mundo se detuvo y me escuché a lo lejos diciendo picoso, picoso, no mames esto si está picoso, dándole sorbos a mi café caliente sin buenos resultados hasta que comprendí que era momento de fluir con la experiencia ontológica torta-puesto-mugre-espalda al sol. Hacía mucho que no la pasaba tan bien gastronómicamente hablando. Mis bigotes llenos de salsa estaban para atestiguarlo.

Siempre he pensado que el Moreno cuida la perfección de todos sus ingredientes. El birote siempre es fresco y crujiente, la salsa en su punto, la temperatura del platillo la correcta. Para mí el tipo es un artista culinario.

Tuve que obligarme a no pedir otra especial o una orden de tacos dorados. Iyi se había comportado a la altura del lugar y no había hecho mayores desmadres hasta el momento, por lo que decidí que era hora de irnos al parque.

Ya pagada la cuenta, me recargué en mi auto, me soné profusamente y prendí un cigarro para que amarrara aún más la gozadera. Debo reconocer que lo logré con creces y me fuí profundamente satisfecho.

Dudo mucho que todo esto hubiera sucedido si me hubiera quedado al omelette de verduras.

1 comentario:

  1. Extático o no, tu manera surrealista de mirar universos paralelos te ha llevado a ver las cosas desde una perspectiva muy particular, que apesar de que conecta con el lector, sigue sin terminar de cuajar. En ésta ocasión, considero q te sumergiste en los hechos más que en los sentimientos-pensamientos ocasionados por el simple hecho de salirte de la rutina, que es lo que realmente llama la atención del individuo cotidiano, pues más que importarle la manera en que te comes una tortiux, le es más interesante quizá saber lo que sentiste por tu "reveldia dominguera" o hasta el sentimiento de rabia q pudo haber tenido tu mujer por haber preferido la jungla de asfalto al tipico domingo familiar. Canu, te sugiero que comentes mas el trasfondo de los hechos y no los hechos en sí, recuerda que explicar mucho de lo mismo es carecer de imaginacion y por ultimo, sigue trabajando en tu cierre, que debo de decir que apesar de ser algo pobre, al menos en ésta ocasión tuvo más sentido. Siguele echando ganas Urraca.

    ResponderEliminar