viernes, 28 de agosto de 2009

Culturosos tapatío

Los culturosos de Guanatos.1


-No es que odie a la humanidad, a la que odio es a la gente-

Frase plagiada de algún lugar



Un culturoso es un güey que solo de verlo ya te cagó la madre.

Los de aquí suelen ser hippie fresas con ropa de marca, gastada y una actitud mamona e insufrible. Siempre tienen cortes de pelo el cual piden en algún salón para que se vea como que todo les vale madre, pero en realidad son pura pose. Usan lentes oscuros tipo retro, más bien grandotes y le hace saber a la gente que para ellos sus lentes son básicos. De adolescentes usaban huaraches de San Juan de Dios e iban a la peña cuicacualli, o como chingados se diga eso. Ahora son de los que usan chanclas de horcapollo tipo calzaleta indiscriminadamente. Los más modernos e ilustrados usan ropa high tech de hiking y en su mente escalan o practican algún deporte extremo.

Ahora que también hay culturosos jodidos, pero a esos si que nadie los quiere, porque aparte de mamertos son pobres y en este país ser pobre es horrible y ni los pobres se quieren entre sí. De esos algún día escribiremos aquí en su espacio consentido Cróñicas de Guanatlán de los agachones.

Ellos siempre cargan un libro, lo pasean mucho y lo leen poco. En un país dónde nadie lee ni por error, les reconozco que al menos crean que leer es chingón. Ellos creen que citar ideas incompletas de autores y libros de los que jamás recuerdan el dato es culto y están seguros que esto les da a sus pláticas soporíferas un nivel de poca madre.

A todos les gusta filosofar. Pero la realidad es que completo sólo leyeron el principito y la mitad de Comillo salvaje con letrotas. También dicen siempre que viajar es lo mas chido del mundo, los que son ricos si han viajado mucho. Su país favorito es India, hayan ido o no.


Tripulan naves muchas veces caras y elegantes, casi nunca pagadas por ellos con su chamba y los mas osados se bajan descalzos en el seven eleven porque creen que son súper groovy El culturoso es un ecologista de boutique, un activista de café que está consciente del medio ambiente, pero lo cuida poco. El opina de sí mismo que tiene suerte de no ser como los demás tapatíos, que arrojan basura, tiran el agua y provocan tráfico en la ciudad.


Todos van a los mismos lugares, se visten, hablan y ríen muy parecido, todos súper originales. Hay un chingo en las cafeterías en este mismo momento, bosquejando proyectos fantásticos de cómo hacer una comuna con sus amigos o hablando de cuando vendieron chucherías en Florencia para sobrevivir.



Todos tenemos un culturoso dentro que espera cualquier evento en el Exconvento del Carmen para cultivarse y saludar de beso doble a todos sus conocidos. Un culturoso que no ame el cine y se rasgue las vestiduras por que va al cineforo de la mugrejé a cada rato, incluso los más intrépidos se van solos, no podría llamarse un culturoso decente.

No me opongo a que la gente sea culta y domine las bellas artes. Incluso algunos de ellos si tocan de neta algún instrumento. Los felicito si este es el caso de alguno del gremio de los culturosos. Yo ya casi no me los encuentro por fortuna. Casi siempre fueron amables conmigo debo reconocer, pero entre nosotros nunca hubo mucha química que digamos, dejar hacer, dejar pasar.


En todas partes hay culturosos. Es como una parte de la misma cultura urbana que pretende enmendarse y reflejarle a la otra parte de la cultura que hay cosas más profundas que el fútbol y más trascendentes que el beber tequila.

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