viernes, 9 de octubre de 2009

noche de Xango

Cuando llegué el auditorio estaba hasta la madre.


Después de pendejearme internamente por haber caído de nuevo, me regocijé ampliamente ya que estaba seguro que el evento me daría material para una crónica decente.

Yo pensaba que estaba vacunado contra este tipo de eventos, pero esta vez decidí asistir por hacerle el paro a un camarada. Si bien yo sabía que la cosa resultaría mal, algo altruista me impulsó a seguir adelante hacia lo que era evidente que sería un fiasco.

Una presentación de un jugo milagroso llamado Xango era lo que nos convocaba aquella noche de tormenta y caos urbano.

El lugar, uno de los auditorios del hotel fiesta americana, bastante decadente por cierto, colores medio groovies , decoración de mediados de los ochentas sin renovar y alfombras viejas con olor a humedad. Incluso había una gotera y gente con paraguas debajo. Todo muy ad hoc para la concurrencia si he de serles franco.

Encontré no sin dificultad a mi camarada el cual me había guardado un asiento a su lado, el evento ya había comenzado y yo empezé a sudar copiosamente como me sucede siempre que estoy en un espacio cerrado y rodeado de gente.

Estaba un gringo al micrófono que hablaba hasta por los codos el cual para acabarla de chingar hablaba en español pero con acento sudaca. Carajo ¿ Porqué chingados los sudacas nos han colonizado de esa manera ? juro que parecería que toda la bola de seudo terapias culeras tipo mexworks y todas las empresas pirámide han de tener un cuate que hable así para funcionar.


El güero se estaba echando el choro que ahora está de moda en el cual explicaba ampliamente la gran diferencia entre el mercadeo de pirámide y el mercadeo que ahora llaman en red el cual fomenta el autoconsumo. Yo la neta no veo que sea tan diferente, a fin de cuentas siempre están un puñado de vivales que descubrieron la verdura sagrada, los cuales quieren “ compartir” con la perrada los fabulosos beneficios del producto, en este caso el jugo milagroso y lleno de antioxidantes proveniente de Madagascar o algún lugar lejano y exótico. No es que el asunto sea sacarle la lana a todo el mundo, no para nada, la idea es que les compres para tu consumo y cuando veas la chingonería que es no te quedará más remedio que hacer que todos los que te rodean lo compren. Así de fácil. Y todo mundo se hace rico aparte, imagínense nada más que parteaguas eh.

Ya lo sabía pero ahora lo reitero. No me interesa vender nada, ni consumirlo por sus bondades cuasi terapéuti cas y mágicas. No creo en poder hacerme rico sin trabajar duro todos los días en algo concreto y tangible. Y no quiero volver a ir a esas pinches reuniones de felizólogos en la cual tocan fibras muy sensible de la gente, tales como la libertad financiera y la salud que puedan conquistar aun siendo jodidos o no preparados. Carajo.

La gente se subía al estrado con urgencia para compartir como había cambiado su situación al haber conocido el jugo mentado con lágrimas en los ojos. Confieso que dudé entre reírme a carcajadas y vomitar en la alfombra del hotel, contribuyendo a su decadencia. Chance y me hubieran dado un juguito para que me alivianara. Ahí para la otra se las debo.
En este caso traen de bandera una causa noble, en la cual arreglan niños con labio leporino, cosa que me parece de lo más loable. Y aparejan este asunto del altruismo, operación sonrisa lo llaman, con el negocio. Todas las palabras y argumentos muy resueltos y escogidos, mercadotecnia pura.

Ya para rematar resulta que a la reunión habían asistido los geniales gabachos que descubrieron la chingada fruta en aquel país que la verdad ni recuerdo. Tomó el micro y en un tono de lo más íntimo y personal nos relató como había seguido un sueño y nos conminaba a no tener miedo de hacer lo mismo.

En cierto momento se sentó sobre el estrado y comenzó a leer de su black berry la letra de una rola cursi que lo inspiraba mucho, dijo que le gustaba tocar la guitarra y yo pensé de inmediato en como desarmar la silla para arrojarle las partes si sacaba algún instrumento.
Salí huyendo hacia la noche de tormenta oscura e incierta, con el compromiso de que mi cuate me llamaría para seguir platicando del tema y tratar de venderme un par de cajas del producto para entrar al negocio y me perdí los jugos de gorra que darían al final por haberme salido antes de tiempo.

Respeto mucho a mi cuate y a la gente que tiene ganas de salir adelante, pero juro que por ningún motivo vuelvo a asistir a eventos de esta naturaleza, cosa que estoy seguro no he cumplir.

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